Cenozoico
El Cenozoico comienza hace 65 millones de años con el final del Cretácico (final del Mesozoico) y dura hasta nuestros días. La Era Cenozoica es la era geológica en la que vivimos.
El Cenozoico se conoce como la "Era de los Mamíferos" por la gran expansión que experimentaron en esta época.
Aunque muchos dicen que esta afirmación es ambigua, porque aunque los mamíferos aumentaron en número de especies, ya existían mucho antes del Cenozoico, por lo que algunos autores no hablan de una "Era de los Mamíferos", ya que la compararían con la "Era de los Dinosaurios", que llegó y desapareció en esa época (Mesozoico).
Etapas del Cenozoico
El Cenozoico puede dividirse en tres etapas:
Paleógeno. Es la primera etapa del Cenozoico y puede dividirse a su vez en Paleoceno (a partir de hace 65 millones de años), Eoceno (a partir de hace 56Ma) y Oligoceno (a partir de hace 34Ma).
Neógeno. Segunda etapa del Cenozoico y puede dividirse en Mioceno (a partir de 23Ma) y Plioceno (a partir de 5Ma).
Cuaternario. La última etapa del Cenozoico y en la que nos encontramos ahora y que se subdivide en Pleistoceno (2'5Ma) y Holoceno (que comienza hace 11.000 años y dura hasta hoy).
Clima cenozoico
Estamos entrando en una era de extinción masiva, en la que quedan alrededor del 5% de las especies vivas y capaces de repoblar la Tierra.
Tras la extinción del Cretácico, nuestro planeta se vio sumido en el llamado "invierno nuclear": temperaturas frías casi extremas y prácticamente sin luz solar.
El hecho de que la Tierra quedara sumida en una oscuridad total provocó un descenso de las temperaturas y con ello perecieron muchos organismos (no sólo el impacto de las especies erradicadas por el meteorito, sino también las consecuencias posteriores provocaron extinciones).
Este descenso de las temperaturas fue modificado posteriormente por una etapa cálida y seca del Paleógeno temprano, mucho más cálida que la actual.
La temperatura máxima que se alcanzó durante el Cenozoico fue hace 55,8 Ma (transición del Paleoceno al Eoceno), que consistió en una larga sequía que sumió a los continentes en diversos desiertos, pero aún aparecieron selvas tropicales en el Paleógeno.
Más tarde, en el Neógeno, el clima se enfrió. Gran parte del hemisferio norte pasó de grandes bosques a matorrales o vegetación resistente al frío, mientras que el hemisferio sur parecía una sabana constante, aunque con inviernos bastante fríos.
El Neógeno provocó una evolución forzada hacia la supervivencia en climas invernales extremos, que dio lugar a grandes animales peludos como el rinoceronte lanudo o el mamut.
Durante el Neógeno, las grandes cadenas montañosas que conocemos hoy también surgieron de la colisión de placas: España se unió a Francia desde los Pirineos, Italia se unió al resto del continente europeo, origen de los Alpes, e India continuó su migración hacia Asia.
El Cuaternario es la última etapa del Cenozoico y donde nos encontramos hoy. Se caracteriza por una serie de glaciaciones y glaciaciones constantes (polos norte y sur).
La aparición-desaparición del hielo en la Tierra a finales del Neógeno y principios del Cuaternario permitió un puente entre América del Norte y América del Sur, y ésta a través de la Antártida hasta Australia.
Aunque actualmente el clima es cálido en el planeta, todavía tenemos hielo permanente del Neógeno (la Antártida y el Polo Norte), por lo que seguimos en el Cuaternario.
La vida en el Cenozoico
La vida en el Cenozoico se caracteriza por la expansión generalizada de los mamíferos en todos los continentes. Los mamíferos pueden dividirse en tres tipos: monotremas, marsupiales y placentarios.
Los monotremas son una serie de mamíferos primitivos que presentan muchas características de los mamíferos verdaderos, como el cuerpo peludo, la secreción de leche y la endotermia.
La diferencia es que ponen huevos, siendo ovíparos u ovovivíparos.
Más parecidos a los mamíferos verdaderos, pero el desarrollo embrionario no se completa en el útero materno, sino en una bolsa (saco).
Se conocen como verdaderos mamíferos y tienen glándulas especiales para segregar leche (mamas) y el desarrollo embrionario tiene lugar íntegramente en el útero de la madre.
El origen de los marsupiales es distinto del de los monotremas (uno no procede del otro) y se originaron en África. Desde allí, emigraron y se extendieron por todos los continentes.
El paso de África a Europa o Asia es sencillo: entraban en Europa por el estrecho de Gibraltar (España y Marruecos estaban conectados, el Mediterráneo estaba formado por una serie de lagunas saladas) y en Asia por Oriente Próximo.
Desde Europa pudieron cruzar a Norteamérica gracias a los glaciares de los que hemos hablado antes, aunque llegar a Australia fue más complicado.
En el actual Golfo de México había un glaciar que aparecía en invierno y desaparecía en verano, actuando como puente temporal para el paso de especies.
Esto hizo que la transición de especies fuera truncada, no continua como la transición África-Europa.
Los placentarios aparecieron en la placa euroasiática y, con la misma facilidad con que los marsupiales pudieron migrar por el planeta, también lo hicieron los placentarios.
La llegada de los placentados ha provocado la extinción de casi todos los marsupiales del planeta, excepto dos:
América del Sur. El Golfo de México era un puente temporal, por lo que el paso de placentarios no fue continuo, lo que permitió que algunos marsupiales persistieran y sobrevivieran, aunque sus poblaciones se redujeron mucho.
Los placentarios grandes y medianos (zorros, conejos y rumiantes) no llegaron a Australia hasta que lo hizo Robert Cook en 1770. Los mamíferos placentarios no llegaron a Australia porque se rompió el puente con América, es decir, los 3 continentes Sudamérica-Antártida-Australia dejaron de estar conectados, lo que impidió el paso de los placentarios a Australia y el mantenimiento de los marsupiales.
A medida que nos acercamos al presente, vemos cómo algunas especies de primates adquieren más conocimientos sobre su existencia y capacidad como animales.
Desde la llegada del hombre, la Tierra ha cambiado a un ritmo acelerado.
Los humanos han actuado como impulsores del cambio climático porque éste siempre ha estado presente, pero no a un ritmo tan acelerado.
Algunos científicos apuntan ahora al Antropoceno, una etapa del Cenozoico que comenzó con la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII y que provocó este cambio climático acelerado.
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